lunes, 2 de febrero de 2015

Reseña: Mr. Mercedes

¡Hola, gente!

Después de unas entradas con vídeos humorísticos, vuelvo con un libro que me ha encantado.

A algunos os gustará, otros diréis “uy, que miedo”, aunque no sea de miedo (y me encantará leerlo). Otros, con el centro de mando más maduro para molestarse en leer este tipo de libro, pensarán “Y, esto te ha gustado?” (Y me encantará leerlo).

¡Pasen y vean la reseña de Mr Mercedes!






Justo antes del amanecer, en una decadente ciudad americana, cientos de parados esperan la apertura de la oficina de empleo para reclamar uno de los mil puestos de empleo que se han anunciado. Han hecho cola durante toda la noche.

De pronto, invisible hasta que lo tienen prácticamente encima, un Mercedes surge de la fría niebla de la madrugada. Su conductor atropella y aplasta a todos los que encuentra a su alcance. Acto seguido, el coche da marcha atrás y vuelve a arremeter contra ellos. El asesino huye dejando atrás ocho muertos y quince heridos.

Meses después, Bill Hugugues, un policía jubilado que sigue obsesionado con este caso sin resolver, recibe una carta anónima de quien se declara culpable de la masacre.

Brady Hastfield vive con su madre alcohólica en la casa donde nació. Disfrutó tanto de aquella sensación de muerte bajo los neumáticos del Mercedes que ahora quiere recuperarla.



No sabéis cuantas ganas tenía de leer este libro, como seguidor aférrimo de King que soy. Sin faltar para nada a la verdad, os diré que el libro en sí me ha encantado.

Una trama bien construida, sin final delirante y gran maestría a las teclas. (La gente suele usar la palabra pluma, pero, la verdad es que no me imagino a ningún escritor de hoy en día escribiendo un mazacote de cuatrocientas y pico páginas a mano). Eso es lo que ha usado Stephen King para adentrarse en el mundo de la novela negra y de paso, cogernos a nosotros de la mano e invitarnos a viajar con él por este género. Y, lo ha hecho muy bien, para ser la primera novela del escritor en este tipo de tramas.

Lo más llamativo de toda la novela, para mí, claro está, es la facilidad con la que King se desenvuelve para adentrarnos en la mente de cada personaje, consiguiendo que tomes partido por unos y odies a otros. He leído reseñas en las que se dice que esta estrategia literaria no es buena porque no te deja a ti, como lector, tomar partido o sentir algo parecido a las dudas por el “malo”. Pero, yo, en este caso, no estoy de acuerdo.

Dejando este tema de lado, que bien podría servir para uno de los vídeos de la sección “Cuarto Tocho”, vamos a hablar de la novela, que es para lo que habéis venido a leer esta entrada.

Brady Hastfield, “El Asesino del Mercedes”, es la personificación del mal que habita en el ser humano. A él le da igual todo. No le importa lo que puedan sentir las personas de su alrededor. Nadie está a salvo de una mente enferma como la suya. Vecinos, clientes de la tienda de informática donde trabaja por la mañana, niños clientes  del camión de helados donde trabaja por la tarde, ni su hermano pequeño, ni su madre. A él sólo le importa él mismo. Con lo cual, para mí es el cabrón perfecto.

Luego, tenemos como personajes principales a Bill, el poli jubilado que recibe el anónimo en forma de carta (que no de Mail, como ya viene siendo habitual en la vida real y en todas las novelas). Este hombre, de no haber sido por Brady, ya se hubiera pegado un tiro y muerto del asco incluso antes de que King escribiera la novela y se inventara este personaje. Pero resulta que el asesino le da vidilla y lo pica para que lo intente atrapar.

¡Mire que bien, oiga! Brady mata a ocho personas en la cola del INEM, pero salva a uno de que se coma un pedazo de plomo mientras ve el “Sálvame” en su su casa, que supongo que, allí en América, se llamaría “Save Me Deluxe” y estaría presentado por alguien llamado George Xavier Basket Case o Peace Pardilla”.

Después, tenemos al clásico personaje joven simpático de color que se dedica a cortar el césped de los vecinos para sacarse algún dinerillo y, así, poder ponerse en peligro a él mismo y, ya de paso, a su hermana pequeña comprando helados al cabrón de Brady. Claro, que hay que decir que el chico joven, llamado Jerome, no tiene ni idea del peligro que corre al ir a por un cucurucho de chocolate con vainilla y pedacicos de almendra por encima.

Seguimos el recorrido de los personajes con Holly.

Holly es, sin lugar a dudas, mi favorita. Una mujer de unos 40 años con problemas mentales y controlada por una madre materialista a la que sólo le importa el dinero y... Y nada más.

Bueno, pues Holly, que tiene sus traumas y sus cosillas, para mí, es la más espabilada. Sin la cual, el poli retirado y el cortacespista no habrían llegado a resolver el caso. Así que, en definitiva, con sus locuras, trastornos compulsivos y neuras, es la lista del grupo, la que aporta soluciones y la que no está dispuesta a rendirse por nada en el mundo.

Por último, y sin menospreciar a la hermana de la legitima dueña del Mercedes, siempre hablando de personajes principales, ( Y aunque no lo sea tanto), me ha llamado la atención la madre de Brady, a la que salvo en dos ocasiones, a lo sumo, encontramos durrmiendo la mona o borracha hasta límites indiscriminados.

¿Entonces, por qué me llama tanto la atención este personaje?

Dejaré que lo descubráis junto con toda la trama, de la que, si os habéis fijado, no os he contado nada. Y voy a seguir así. Sin soltar prenda, para que disfrutéis tanto como yo de este libro, del que me enteré tarde de que era el inicio de una trilogía.
¡Sí! Otra trilogía más para esta moda de sagas que se impuso hace ya algún tiempo y que aún no ha cesado.

Pero no os preocupéis, queridos BookCyFeRiNoS, que el caso se resuelve al final del libro.

Antes de que termine de escribir esta reseña, os prevengo: En este libro no hay fantasmas ni sucesos paranormales. Es una novela negra. No hay fantasmas, (o casi).

Cosas malas del libro.

Sólo le he encontrado una y es que... Después de que el poli jubilado haya metido a Jerome y a Holly en todo este lio, a King se le ocurre la genial e inmensa idea de que al jubileta le..

Fin de la reseña.